Asustando pulpos

Hoy hemos colgado, por fin, el póster de "Taxi Driver" en la cocina. También he traído un buen puñado de discos y los hemos colocado por orden alfabético, tal y como ya teníamos los libros(llamadme loco pero me encanta eso). En la pared del salón, justo encima de donde estoy ahora escribiendo con mi relativamente nuevo portátil, puede verse desde hoy a Keith, Mick y Brian sonrientes poco antes del suceso de la piscina, o eso me parece a mí. Y una "lengua" furtiva ha aparecido encima de la biblioteca. Ya sé que es sólo una estantería llena de no demasiados libros, pero me gusta llamarla así. Esta casa, ya es mi casa. Y es que cuando uno se muda necesita un tiempo de adaptación para ir poco a poco encontrando su lugar. Uno no siente que está en su casa hasta que tiene a mano sus discos, un par de libros que revisitar y, en mi caso, conexión a internet y algún canal más de televisión que los convencionales. Soy un jodido burgués, lo reconozco.
En esta situación me ha dado por pensar que los cambios importantes en mi vida, esos que con menos años creía que marcarían puntos de inflexión, en realidad ocurren sin darse uno casi cuenta. Es la historia de siempre: tendemos a imaginar el futuro, a recrearlo una y otra vez y éste siempre nos gana por la mano, se adelanta, nos chulea. Es como aquello que dicen que dijo Lennon de la vida y los planes, seguro que conocéis la frase. El caso es que somos tan esclavos del momento, del instante incluso, que lo mejor que podemos hacer es tomárnoslo todo con más calma. O eso creo yo.
Dice David Trueba que uno se da cuenta de que se hace mayor cuando su futbolista favorito es más jóven. "Asustar" por vez primera un pulpo, para mí, es también un indicio.