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Por malas que sean las consecuencias personales que esto me pueda traer, acabo de hacerme socio del Club de Fans de Mamen Mendizábal. Y no se trata de una manera de hablar. No es sólo que quiera decir que su aparición en pantalla ejerce en mí una atracción difícil de explicar: es que acabo de hacerme, literalmente, socio en la güeb, y a partir de ahora recibiré en mail todo tipo de noticias relacionadas “con mi famoso favorito” (sic).
Esto, que trataba en principio de hacer un poco el tonto en el ciberespacio, me ha llevado, ayudado por aquello de “mi famoso favorito”, a plantearme algunas cosas.
Y es que todo “famoso” que se precie tiene un club de fans (si alguien encuentra un término más horrible creado por el hombre que me lo diga), un montón de gente interesada en seguir sus andanzas, aventuras, desventuras, mamoneos y felicidades que son recibidas con puntualidad inglesa en su (de ellos) dirección de correo electrónico.
Uno no encuentra nada malo o, al menos, nada descabellado, en esta primera premisa. El problema estaría en la segunda: ¿qué es o quién es, hoy en día, famoso?. Y como sé que a todos nos vienen a la cabeza los mismos personajes, y sé que todos comprendéis lo que trato de decir, cierro ya la boca y me despido con abrazos y besos…mientras el micro baja lentamente y ya no se me escucha…
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