Es turbia, como tus ojos...

Ya no salgo mucho. Será la edad, una entrada que acecha en la cabeza o que aquí todo cuesta veinte euros. Pongo música, veo películas, escribo o disfruto del "dolce far niente" que es lo mejor que nos ha dado Italia después de la pizza con pepperoni. Ya no salgo mucho, pero cuando salgo lo hago en condiciones. Vamos que al día siguiente todo mi cuerpo me recuerda que lo he hecho, mi cabeza no para de repetirlo y el estómago se toma su vengaza.
Si además disfruto de la magia de la música en directo mejor que mejor: una Les Paul está más buena que Kate Moss y tiene más morbo.
Por otra parte, los domingos, que antes eran funcionarios grises con corbata toman (repito que será la edad) el aspecto de un tranquilo jubilado, amable y sabio, cargado con una bolsa de pequeños placeres.
La vida coge el metro al otro lado del cristal, entre ambulancias que corren hacia el lunes y parejas que trabajan demasiado y se quieren mucho y rápido. Hay incluso algún domingo en que existen más deportes que el fútbol y dejar de fumar parece que será mañana y fácil.
Apuesto a que teneís cosas más importantes que hacer, os dejo en paz. Sólo quería hablaros de Febrero, del tiempo que se escapa tan despacio.